Como resultado del avance incesante de la tecnología, los sonómetros de hoy día son instrumentos muy distintos de los que se conocían en los sesenta. Esta entrada repasa la evolución de los sonómetros, bucea en su historia y se asoma a las tendencias del futuro. Nos fijaremos en algunos de los desarrollos tecnológicos y factores que han revolucionado la industria.
Para ilustrar el largo camino que han recorrido los sonómetros, podemos remontarnos a Times Square, Nueva York, en los años veinte.
Un reportaje del noticiero cinematográfico Fox Movietone News muestra a un técnico de la Comisión para la reducción del ruido haciendo medidas de niveles de ruido en distintos puntos de la ciudad, en respuesta al aumento del tráfico rodado. Armado con un receptor, un micrófono, un fonógrafo y un balbuceante tono de prueba, midió la “sordera causada por el ruido” y llegó a la conclusión de que:
"El ruido de Times Square nos priva del 42 % de nuestra audición” [sic]. Tuvieron que pasar en torno a 30 años para que se publicase la primera norma sobre sonómetros, a la que muy pronto siguieron otras normas y reglamentos que describían el uso de estos equipos".
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La definición de un nuevo tipo de instrumento de medida
A partir de la aparición de la primera norma de sonómetros, que fue la IEC 123, el diseño de los sonómetros tuvo que ceñirse a determinados criterios, que debían ser aprobados y acreditados. Esta norma se publicó en 1961 y, con ella, se abrió la era de los sonómetros comerciales. Pero los instrumentos de aquella época eran muy distintos de los que conocemos hoy día.
La era de los registradores de nivel y los transistores.
Hace cincuenta años se empezaron a introducir instrumentos reconocibles como sonómetros desde nuestra perspectiva actual. Con anterioridad, las medidas de ruido se hacían con equipos pesados basados en tecnología de válvulas. El ingeniero tenía que transportar este equipo pesado hasta el emplazamiento e instalar atenuadores de entrada y de salida antes de iniciar la medición. Una vez que arrancaba la medición, no había una memoria interna y los niveles se representaban en un registrador de nivel. El ingeniero tenía que ir marcando los sucesos de interés sobre el rollo de papel. Todavía no había software de posprocesamiento ni formas alternativas de mostrar los resultados.
Gracias a los transistores, el sonómetro de precisión Modelo 2203 que Brüel & Kjær lanzó al mercado en 1962 era mucho más pequeño que sus predecesores. El Modelo 2203 solo pesaba 5 kg con el filtro de octavas instalado y se puede decir que fue el primer instrumento portátil de medida de ruido... aunque el registrador de nivel pesaba otros 25 kg.
No obstante, la tecnología de transistores de aquel entonces no era una ciencia de precisión y tenía sus inconvenientes. La calidad de los lotes de transistores debía verificarse en fábrica antes de utilizarlos en producción, y presentaban grandes variaciones de resistencia.
Visto desde la actualidad, con nuestra vida cotidiana plagada de tecnologías inteligentes miniaturizadas, el Modelo 2203 no parece ni especialmente pequeño ni ligero. Pero, en su día y teniendo en cuenta la tecnología disponible, era impresionante.
Los años de los microprocesadores y la memoria interna
Saltamos ahora a los ochenta para asistir a la extinción de los grandes sonómetros. El detonante de este cataclismo fueron los microprocesadores. Los microprocesadores tenían circuitos integrados que combinaban múltiples transistores en un solo chip. Ofrecían una mayor capacidad de procesamiento y hacían posible medir en paralelo hasta cinco parámetros independientes.
El primer producto de Brüel & Kjær que incorporó un microprocesador fue el sonómetro de precisión modular Modelo 2231. El microprocesador elegido fue el RCA 1802, que tenía una excelente relación precio-prestaciones. También lo utilizaba la NASA en los programas espaciales de la época. Sin duda, una buena elección.
Junto con el desarrollo de los microprocesadores, llegó la memoria interna —o sea, el almacenamiento de datos interno—, que permitió a los usuarios guardar los datos dentro del propio sonómetro. Aquello coincidió en el tiempo, más o menos, con las primeras hojas de cálculo electrónicas, primero VisiCalc, después Lotus Notes y Microsoft® Excel®. El uso de ordenadores personales para hacer cálculos empezaba a extenderse.
A finales de los ochenta y principios de los noventa, la revolución digital estaba acelerando el paso de forma visible y tuvo un impacto de gran alcance en el futuro de los sonómetros.
El procesamiento de señales digitales
En los noventa creció el procesamiento de señales digitales que, combinado con una mayor potencia de computación, permitió procesar una mayor cantidad de datos en tiempo real. Por ejemplo, para medir un espectro de 1/3 de octava con un sonómetro equipado con filtros analógicos era preciso medir individualmente cada banda de frecuencia, de una en una. ¡Era un proceso muy laborioso!
Con el procesamiento de señales digitales, se abrió la posibilidad de hacer análisis de frecuencia de bandas de 1/3 de octava, midiendo simultáneamente todas las bandas de frecuencia. Una vez que los fabricantes de sonómetros adoptaron el procesamiento de señales digitales, fue posible realizar análisis más detallados —por ejemplo, FFT— en una plataforma portátil.
El primer sonómetro de Brüel & Kjær que adoptó esta nueva tecnología fue el Modelo 2260, que se introdujo en 1994.
La conectividad señala el camino del futuro
Con permiso de las grandes pantallas en color y el posprocesamiento avanzado, la novedad más importante de los sonómetros del siglo XXI es la conectividad. El analizador portátil Modelo 2250 de Brüel & Kjær, introducido en 2004, tenía mucho en común con su “primo” tecnológico: el asistente digital personal, más conocido como PDA. Su pantalla táctil en color fue un gran salto adelante en términos de usabilidad, mientras que sus interfaces USB y Ethernet ofrecían formas cómodas y flexibles para conectarse a un PC, que podía estar en la misma sala o en el otro extremo del mundo.
Hoy día, los sonómetros 2250 y 2270 se pueden conectar de forma inalámbrica incluso a redes Wi-Fi. Eso hace posible controlarlos de forma remota desde un teléfono o utilizar servicios en la nube para almacenar y compartir los datos.
DE SIMPLE A AVANZADO
Sonómetros y vibrómetros
Smartphones y sonómetros
Los smartphones se han convertido en una presencia constante en la mayoría de aspectos de nuestras vidas. Estos aparatos de bolsillo son muchísimo más que simples teléfonos: son dispositivos de comunicaciones inalámbricos que integran micrófonos, cámaras, altavoces, acelerómetros, giróscopos y pantallas táctiles de alta resolución. Y tienen una capacidad de procesamiento que rivaliza con la de los ordenadores de sobremesa de hace apenas unos años. Son capaces de conectarse a toda una panoplia de dispositivos y sensores, desde pulsómetros y podómetros hasta sismógrafos e incluso sonómetros como el Modelo 2250.
No parece muy probable que los sonómetros igualen a los smartphones contemporáneos en cuanto a flexibilidad y potencia de computación. Lo que sí podemos decir es que los dispositivos inteligentes influirán, y mucho, en el diseño de los sonómetros del futuro. Las tecnologías de pantallas, computación y comunicaciones inalámbricas desarrolladas para los teléfonos se incorporarán cada vez más a los sonómetros. Y también se incrementará el uso de smartphones conectados a sonómetros.
Hemos recorrido un largo camino desde el pulcro técnico de Times Square de 1929, que apuntaba números en un cuaderno y calculaba sus porcentajes de pérdida auditiva. Sin embargo, las medidas de ruido ambiental son hoy día más importantes que nunca.
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