El artista sonoro Bill Fontana creció a un tiro de piedra del Museo de Arte de Cleveland y la Orquesta de Cleveland. Quizá por ello se formó como compositor y, desde los años 70, ha mostrado interés por la acústica y por la música que está presente en las estructuras arquitectónicas. Ahora vive en California, y sus innovadoras visiones le han valido el reconocimiento internacional, con instalaciones muy bien acogidas por la crítica en estructuras tales como el puente Golden Gate, el Arco del Triunfo de París o el Big Ben.
Queríamos saber un poco más sobre este artista, su trabajo y las fuentes de su inspiración creativa.
¿De dónde le viene ese interés por buscar música en los sonidos cotidianos?
A mí me interesaba la física y, en general, la ciencia en torno al sonido, así que empecé a explorar cómo reconoce y organiza el cerebro los patrones sonoros de la música. Me di cuenta de que —al menos para mí— escuchar los sonidos del entorno es tan hermoso como escuchar música. De modo que la idea de crear obras de arte sonoras capaces de intensificar el arte de escuchar me parecía algo inmensamente atractivo. Cuando me mudé a Nueva York, asistí a clases de composición de música experimental y conocí a John Cage [un compositor de vanguardia], que se convirtió en una gran fuente de inspiración para mí.
A principios de los años 70, la Australian Broadcasting Company me contrató para grabar los sonidos de Australia y para hacer proyectos de arte sonoro para la radio. Por aquel entonces, empezaban a funcionar en Australia las primeras emisoras de radio FM en estéreo, algo que a mí me abrió un nuevo mundo, ya que me dio acceso a los equipos móviles de grabación de sonido más avanzados de la época.
¿Puede explicarnos cómo trabaja?
Para explorar el sonido y el entorno, hay que prestar atención al sonido y a las vibraciones en tres medios muy diferentes: el aire, los materiales físicos y bajo el agua. El sonido se mueve a velocidades distintas en esos tres elementos, pero todos ellos son muy sensibles a los estímulos. La combinación de estas tres técnicas de escucha es muy importante a la hora de explicar la intensa musicalidad de los patrones en cualquier situación.
Durante el desarrollo y la investigación de mis proyectos, utilizo un estudio de grabación portátil formado por una serie de grabadores digitales, sensores de sonido, acelerómetros e incluso hidrófonos en algunos casos. El objetivo es transmitir audio, a veces en streaming, desde la estructura con la que trabajo hasta un espacio público, como puede ser un museo.
¿Qué es una escultura sonora?
El término "escultura sonora" se acuñó en 1968, cuando yo vivía en Nueva York. El Museo de Arte Moderno organizó una exposición llamada The Machine Show en la que pude ver por primera vez obras de Marcel Duchamps. Una de ellas, titulada "La novia desnudada por sus solteros", se acompañaba de una caja con notas del autor, con claves conceptuales. Una de ellas decía: "Escultura musical: sonidos duraderos que parten de diferentes lugares y forman una escultura sonora perdurable". Cuando lo leí, pensé en toda la inspiración que había recibido de John Cage y en mis propias experiencias, y decidí que a partir de ese día mis obras se definirían como esculturas sonoras.
¿Cualquiera puede experimentar el sonido como música igual que hace usted?
A las personas que van por la calle oyendo música con auriculares les suele desagradar el ruido ambiente cotidiano. Yo creo que mi cerebro ha desarrollado una capacidad para reconocer patrones en toda clase de sonidos. En otras palabras, percibir el sonido como música es una destreza aprendida, en la que el cerebro desarrolla la capacidad de apreciar este tipo de complejidad. Cuando escucho sonidos nuevos o interesantes, hago una grabación imaginaria en mi cabeza, con la misma metodología que si lo hiciera con un equipo de grabación: es una autodisciplina que mantiene mi cerebro enfocado.
¿Cuál fue la inspiración de Silent Echoes: Notre Dame? ¿Notre Dame?
Cuando viví en Japón, me interesé por los aspectos sonoros del budismo zen y la meditación. En Kioto hay varios templos budistas muy famosos en los que los monjes tocan grandes campanas en forma de cuenco, que emiten un sonido que se atenúa muy lentamente. La idea es que si lo escuchas con toda tu atención, hasta el punto de olvidarte de ti mismo, el sonido de la campana pasa a ser parte de ti y sientes la ilusión de nunca llega a desaparecer del todo. Para explorar físicamente esa metáfora, yo quería comprobar si esas magníficas campanas también emitían algún tipo de sonido cuando nadie las golpeaba. Monté en ellas acelerómetros y pude ver que, en realidad, las campanas vibran constantemente, excitadas por el ruido ambiente del jardín zen en donde se encuentran. A primera vista, parece que están en silencio, pero cuando instalas acelerómetros en ellas, abres la puerta a un mundo secreto. Para mí, esto representa el sonido del silencio; es decir, resulta que lo que parece un objeto inanimado, como una campana de un templo budista de mil años de antigüedad, en realidad es algo vivo y para nada silencioso.
Cuando me enteré de que los campanarios de Notre Dame habían sobrevivido al incendio y que las campanas no habían sufrido daños, lo tuve clarísimo: si se instalaban acelerómetros en ellas, accederíamos a una extraordinaria cortina armónica de ecos resonantes, y las campanas se convertirían en mágicos espejos acústicos que reflejarían la catedral medieval que las rodea. Y todavía resultaría más hermoso por la circunstancia de que la catedral y todas sus actividades habían sido silenciadas, pero las campanas seguían tañendo en secreto, vivas entre los restos carbonizados. Los acelerómetros nos permiten destapar esa vida interior de las estructuras. En ese sentido, los diez acelerómetros instalados en las campanas de Notre Dame vienen a ser "oídos" que escuchan las "voces" interiores de las campanas.
Mi proyecto recibió el visto bueno oficial gracias a un acuerdo de asociación cultural y al apoyo de toda una red formada por el IRCAM (instituto de investigación francés sobre acústica y música asociado al Centro Pompidou), el EPRNDP (organismo público para la conservación y renovación de la Catedral de Notre Dame), Hottinger Brüel & Kjær (HBK), la Archidiócesis de París, el Monseigneur de Notre Dame y la organización benéfica Friends of Notre Dame. Con la ayuda de diez 10 acelerómetros HBK Modelo 8344, diseñados y optimizados para realizar medidas de baja frecuencia y bajo nivel montados en las campanas, una red de datos inalámbrica y algunas grabaciones de prueba, pude desarrollar un método de composición para mezclar los sonidos y tenerlo todo a punto para la inauguración, que fue el 8 de junio de 2022.
¿En qué consiste la escultura sonora?
Este trabajo se presentó en el Centro Pompidou, en una hermosa terraza de la quinta planta orientada al sur, con una vista directa de los campanarios de Notre Dame y del paisaje urbano de París. Hay 30 altavoces situados a lo largo del perímetro de la terraza, que la transforman en un enorme espacio de escucha, que se emplean para transmitir diez canales de sonido en directo procedentes de las campanas, tras su paso por un sistema digital de mezcla instalado por el IRCAM.
Este trabajo no es una pieza sonora estática. En realidad, la mezcla compositiva de las diez campanas flota y se va desplazando por la matriz espacial de altavoces, formando una hermosa coreografía sonora. He procurado que el resultado artístico de estos sonidos sea lo más inspirador e imponente posible, y confío en que refleje la esencia del material del que proceden. Quería que el público pudiera ver los campanarios de Notre Dame, escuchar cómo suenan y acceder a una experiencia sonora sorprendente, que invita a la meditación y que demuestra que el espíritu de Notre Dame continúa vivo a través de la continua resonancia de sus campanas.
Sébastien Jouan, jefe del equipo de acústica de la empresa Theatre Projects, ha participado en muchas de las instalaciones del artista sonoro Bill Fontana a lo largo de los años. Esta colaboración, que se ha ido convirtiendo en una estrecha y sólida relación, ha tenido continuidad Silent Echoes: Notre-Dame, en la que Sébastien es el director del proyecto. Le hemos pedido que nos hable sobre su colaboración con Bill Fontana y sobre este último proyecto.
¿Cómo empezó a trabajar con Bill y cuál ha sido el camino hasta este proyecto Silent Echoes?
He colaborado con Bill durante 15 años, ayudándole en los aspectos técnicos, logísticos, administrativos y políticos de varias de sus instalaciones sonoras. Nuestra primera colaboración fue el proyecto Harmonic Bridge en la Sala de turbinas del museo Tate Modern de Londres. Por aquel entonces yo trabajaba en el SoundLab de Arup, en Londres, y estuve a cargo de la auralización del Harmonic Bridge en sonido ambisónico 3D, algo así como el equivalente sonoro de la imagen. Mi trabajo consistió en recrear la acústica de la Sala de turbinas y añadirle —mediante convolución— los sonidos que Bill había captado empleando acelerómetros de HBK (por entonces Brüel & Kjær) instalados en los cables del Puente del Milenio. Le hicimos una demostración de la obra a Sir Nicholas Serota (el entonces director de la Tate), y a Vicente Todoli (comisario) y les convencimos de que dieran luz verde a la instalación.
Bill y yo nos mantuvimos en contacto, y tuvimos ocasión de colaborar de nuevo en la grúa Finnieston de Glasgow en 2013, y más tarde en el concepto de una posible instalación entre la Torre Eiffel y el Palais de Tokyo. Aunque aquella propuesta no llegó a materializarse, guardo muy buenos recuerdos de los experimentos sonoros que hicimos en la estructura de la Torre Eiffel.
Cuando se produjo el terrible incendio de la catedral de Notre Dame en 2019, casualmente yo había invitado a Bill a participar en una clase magistral para mis alumnos de arquitectura y música de las American Art Schools de Fontainebleau, en donde imparto cursos de verano. Bill mencionó el proyecto Silent Echoes y no dudé ni un segundo. Para mí, que también hago un poco de arte sonoro en mi tiempo libre, trabajar con Bill es un privilegio, porque es un maestro en este campo.
¿Cuál ha sido la participación de Theatre Projects en el proyecto Silent Echoes?
Yo he participado como director de proyecto de Bill, en representación de Theatre Projects. Mi trabajo consistió en instalar los acelerómetros HBK en las campanas (junto con Simon Perigot, de nuestro equipo de acústica de París), hacer labores de coordinación con el IRCAM y ocuparme de los aspectos logísticos y administrativos necesarios para llevar el proyecto a buen puerto. Todo ello fue posible gracias a un diálogo continuo —en nombre de Bill— con el EPRNDP (el organismo a cargo de la restauración de la catedral), el Centro Pompidou, el IRCAM, Orange y HBK.
¿Qué equipos y qué configuración técnica se utilizó?
La configuración era muy sencilla. En cada una de las diez campanas, instalamos un acelerómetro de HBK, conectado a un preamplificador también de HBK. La señal de salida se envía a una caja digital que suministra señal a una caja de fibra de Orange, la cual se emplea para transmitir los diez canales en directo a través de internet. Esta señal se recibe en el IRCAM y se transmite a una terraza del Centro Georges Pompidou, donde la recibe un ordenador. Utilizamos el software MAX MSP para transformar esta señal de 10 canales en otra de 30 canales, que empleamos para espacializar de forma dinámica el sonido de las 10 campanas.
¿Por qué han utilizado acelerómetros y otros equipos de HBK?
Los acelerómetros HBK ofrecen una respuesta de vibración insuperable en un amplio espectro de frecuencias. Cuando esas vibraciones se amplifican, siguen resultando audibles. El resultado es un sonido con muchos matices, que abarca todas las frecuencias de resonancia de las diez campanas de Notre Dame, y donde cada campana tiene su propia banda de frecuencia de resonancia.
¿Cuáles fueron los principales retos técnicos?
Instalar los acelerómetros en las campanas fue un aspecto delicado, aunque no planteara realmente dificultades técnicas. La instalación de la fibra a cargo de Orange sí que requirió una discusión técnica. A las autoridades eclesiásticas de la catedral les preocupaba sobre todo la instalación de los acelerómetros. Por todo ello, ambas cuestiones se comentaron con el EPRNDP y con la Dirección Regional de Cultura (DRAC).
¿Qué es lo más destacable de su participación en Silent Echoes?
Todo. El privilegio de poder acceder a las obras de reconstrucción de Notre Dame, de estar tan cerca del gran rosetón, y de colaborar con el EPRNDP, el IRCAM y el Centro Pompidou. Y, por supuesto, trabajar con Bill. Ahora casi tenemos una relación padre-hijo.
Suscríbase a nuestro boletín informativo y recibirá las últimas noticias de B&K sobre sonido y vibración